domingo, 15 de diciembre de 2013

Crónicas de un deseo 4

 
Hoy solo los grillos invaden mi cama, hoy la soledad gobierna la habitación donde tu solías entrar con regularidad para darle algo de vida con tu estadía, hoy ya no apareces ni en las cartas que llegaban usualmente para alegrarme los días, hoy no apareces ni en la esperanza que gobernaba mi mente, hoy no te veo ni en las ilusiones disfrazadas de promesas.

Hoy el deseo se vuelve un cumulo de emociones ardientes pero tan inalcanzables como recordar las veces que se tocaba el cielo con la palma de nuestras manos.

Es el cierre más anticipado de un capítulo en mi vida, se recuerda con los ojos abiertos y fijos mirando a un solo sitio y con la mente perdida en tu piel, con el pensamiento de un soñador viajando a otros tiempos donde mi almohada termina fracturada por nuestros excesos de locura.

 Soledad ¿Qué hare contigo? Cuando aquella mujer indomable se encontraba en este lugar tu no tenías cabida, hoy solo duermo contigo, seguro que hasta tú la extrañas...

No se cómo los grillos se atreven a venir, deberían huir despavoridos al presenciar tanta soledad.

 Hoy recuerdo como aquel arrollador embate de éxtasis golpeaba tu cuerpo sin parar, cuando aquella acometida impetuosa te estremecía por todo el lugar, cuando el ataque violento de nuestros cuerpos derrumbaba hasta la más mínima señal de orden en el tiempo y espacio.

Carga enérgica que liberaba tu mente y despejaba tus dolores, embestidas de pasión y caricias de amor te acorralaban aun con aquel alma indomable, aquel alma al que yo no quería domar, solo quería que permaneciera a mi lado.

Hoy se recuerda con desvelo, la soledad no hace acallar aquellos grillos entusiastas en meterse a mi cama.


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