lunes, 23 de diciembre de 2013

Crónicas de un deseo 5



Entre contadas tardes de fuga terminabas en mi pecho, a veces soñando y otras veces confesando. Nos contábamos algunos de nuestros secretos, algunos negros y otros simplemente incontables a oídos de quienes habitualmente solían estar en nuestras vidas.

Hoy me ahogo en mis confesiones, tengo secretos, tengo miedos y problemas, ahora me ahogo con mis palabras, ya no estás en mi pecho para contarte, las palabras se quedan en mi garganta y solo me toca tragar e inflarme sin poder desahogar la carga que día a día, cualquier persona, común y corriente, lleva en sí.


Como deseo hacerte reír fijándome en los detalles de tu cuerpo, que sabes que me encantan, aquel lunar, aquella peca, esa inexplicable herida, tu asombrosa sonrisa que nadie parece amarla como yo lo hago, esos detalles que te hacían reír cuando yo los encontraba, como queriendo descubrirte día a día.

Como deseo pasar contigo las tardes, no eras solo ruido como estos grillos, sabias lo que decías e incluso sabias más que yo, y esa inteligencia me encantaba, al extremo de necesitar hablar contigo solo para no perder el hilo de la realidad, pero a la vez gozarme con lo distinto que la vida me estaba ofreciendo, así sea por un tiempo limitado; yo sabía cómo aprovechar ese tiempo.

Como deseo tirarte a la cama, admito que la conversación muchas veces no tenía lugar, al menos no la conversación emitiendo palabras, estábamos tan unidos que era necesario comunicarnos de una manera poco ortodoxa, así que nuestros cuerpos respondían el llamado.

En modo de aclaración digo que no era ni la cama ni las tardes, éramos tu y yo en un contexto inverosímil, poco creíble cuando me hacía dueño de tu respiración y tus labios no podían evitar ser míos, tu cuerpo no tenía escape cuando mis manos se posaban en ti y nuestra sonrisa se apoderaba de nuestro rostro cuando agotados y satisfechos nos encontramos extendidos en cama, me declaraba a mí mismo incrédulo al no poder confiar en la veracidad de aquel evento que yo mismo había vivido, hoy estoy seguro que no lo estaba soñando, solo estaba perdido en el nosotros de la tarde, estaba terriblemente perdido en tu desnudes y en ese aroma asfixiante a mujer que me hacía perder la noción de la realidad, me hubiese encantando permanecer en aquella gloriosa fantasía.

Como quisiera deshacerme de los sonoros grillos que pretenden invadirme en tu ausencia. Solo hacen ruido y molestan mis oídos mientras yo te espero.


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