martes, 3 de junio de 2014

Vacío...



Y aquí está el sentimiento de vacío, el no sentir nada. Lo pensamientos se tornan melancólicos en cuanto piensas en un mañana que se gasta repitiendo las cosas que te hacen sonreír pero que hoy ya no bastan. El cansancio que te invade al intentar luchar contra las ganas que cada día se marchan. Estas otra vez intentando querer despertar. Estas pensando en el porqué de ese levantar. Y te encuentras como motivos que ya no alcanzan.

 Esta el sentimiento de querer desaparecer por momentos, descansar del tormento, recobrar energías para seguir luchando, contra el campo de vida que se extiende a tu vista. Y esta esté otro sentimiento, de desaparecer por completo. Cansada de luchar con el paisaje que se desdibuja en el espejo retrovisor. Cansada de llenar la canasta de paciencia que se vuelve a gastar antes que la puedas notar. Y vuelves a intentar luchar. Te levantas para dejarte llevar. Sin siquiera pensar en el paso que acabas de dar. Para luego lamentar. Lo tarde que te has puesto analizar la realidad. 

 Tu cerebro es un mar revuelto de pensamientos y deseos. Estas intentando enfocar algún recuerdo o momento que explique el actual estado de irrealidad. Pero tu mente no parece cooperar. Te ves a ti misma corriendo en un laberinto sin salida. No hay claridad en nada de lo que pareces ver. Y te frustra no entender. Porque hoy simplemente no quieres volver aparecer en escena. Actuando en el teatro de la vida. Y quizás la falta de guión está afectando tú día a día.

 Estás en tu habitación de recuerdos, con las luces apagadas y sintiendo el miedo de tus demonios invadir tu corazón. Viajas a la estación de momentos donde sonreíste sin pensar en nada más que el momento actual. 

Siguen esos pensamientos sin surtir algún efecto. Sigues vacía de deseos de continuar llenando esa canasta. Sigues cuestionando tú mañana. El ayer golpea tú ahora. Y acabas quizás de encontrar un motivacional en la situación actual.

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